sábado, febrero 11, 2006

sul cominciare e sul finire

El Juguete Rabioso (1926)

Comienzo

Capítulo I: Los ladrones

<>Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia.

Final

Capitulo IV : Judas Iscariote

Arsenio Vitri se levantó, y riendo dijo:

—Todo eso está muy bien, pero hay que trabajar. ¿En qué puedo serle útil?

Reflexioné un instante, luego:

—Vea; yo quisiera irme al sur... al Neuquén... allá donde hay hielos y nubes... y grandes montañas... quisiera ver la montaña...

—Perfectamente; yo le ayudaré y le conseguiré un puesto en Comodoro; pero ahora váyase porque tengo que trabajar. Le escribiré pronto... ¡Ah!, y no pierda su alegría; su alegría es muy linda...

Y su mano estrechó fuertemente la mía. Tropecé con una silla... y salí.


sábado, febrero 04, 2006

No soy n pero soy n * n + 1

No soy tenista, no practico el tenis en forma profesional, pero con qué entusiasmo, los días que juego, veo que amanece y me calzo las zapatillas y termino rápido mi capuccino para empezar a elongar y concentrarme en los golpes, la táctica, y la regulación de la energía física.

No, no soy tenista, ni estoy entre los primeros 50.000 mejores jugadores, ningún sponsor me viene a buscar para que luzca la ropa diseñada especialmente para mí, los tubos de pelotas los compro en la estación de servicio, y cambio sin chistar las cuerdas de mi raqueta cada vez que se cortan.

No soy un militante revolucionario, pero se me pone la piel de gallina

jueves, febrero 02, 2006

Un sabio de nuestro tiempo

Finalmente me dijo salí, viví, y nos dimos un tímido abrazo que se hizo efusivo al separarnos.

Lo había conocido por casualidad, comiendo en la mesa de al lado de un restaurant naturista. Se sentó sobre
un mismo banco de madera, a mi izquierda, acompañado por una mujer bellísima, madura, de unos 55 años,
que disfrutaba de la comida más que él pero que no lograba seguirlo en sus comentarios irónicos acerca de la salud física que poco a poco iba perdiendo.

Lo obsesionaba la vejez, y por eso mismo era un sabio, que me aconsejaba regocijándose de tener que revivir dilemas o situaciones complejas donde siempre se entrecruzan lo emocional, lo racional y lo azarozo y donde la falta de lucidez impide ponderar con justeza o por insuficiente cálculo o por insuficiente intuición.

En general, solíamos empezar por sentarnos, tomar un té, y relajarnos hablando de política. Podía ser en la zona de Congreso o bien al norte, sobre el río. Me acuerdo la mañana en que me contó su participación en el incendio de Xerox durante el Cordobazo.

Lo primero que me dijo cuando me vio fue qué es eso y me señaló el postre que me acababan de servir : un crumble de durazno con helado de crema y jengibre. Tuve que tomar aire para responderle y prestó mucha atención a cada palabra que le decía, esperando que terminara de hablar y dijo qué es, helado ? sí le dije y ahí me dijo luce maravilloso sí le dije y agregué mintiendo levemente ya lo probé...y gesticulé un gesto de fruición afectada.

Cuando salió ese mediodía luego de terminar su postre, idéntico al mío, al verano porteño, el sol lo encegueció, me acerqué y le pedí que por favor me permitiera entrevistarlo. No sé le dije quién es no importa. Sé que vale la pena y tengo el cierre y quiero que sea tapa. No crea que soy sólo un periodista inexperto. Salí a cazar a un sabio porque es una especie en extinción y hay que convertirla en arte, para que perdure, porque sólo el arte perdura.

Aceptó enseguida pero al otro día por mail me puso una extensísima serie de condiciones que no hicieron más que confirmarme que había elegido bien.,