jueves, febrero 02, 2006

Un sabio de nuestro tiempo

Finalmente me dijo salí, viví, y nos dimos un tímido abrazo que se hizo efusivo al separarnos.

Lo había conocido por casualidad, comiendo en la mesa de al lado de un restaurant naturista. Se sentó sobre
un mismo banco de madera, a mi izquierda, acompañado por una mujer bellísima, madura, de unos 55 años,
que disfrutaba de la comida más que él pero que no lograba seguirlo en sus comentarios irónicos acerca de la salud física que poco a poco iba perdiendo.

Lo obsesionaba la vejez, y por eso mismo era un sabio, que me aconsejaba regocijándose de tener que revivir dilemas o situaciones complejas donde siempre se entrecruzan lo emocional, lo racional y lo azarozo y donde la falta de lucidez impide ponderar con justeza o por insuficiente cálculo o por insuficiente intuición.

En general, solíamos empezar por sentarnos, tomar un té, y relajarnos hablando de política. Podía ser en la zona de Congreso o bien al norte, sobre el río. Me acuerdo la mañana en que me contó su participación en el incendio de Xerox durante el Cordobazo.

Lo primero que me dijo cuando me vio fue qué es eso y me señaló el postre que me acababan de servir : un crumble de durazno con helado de crema y jengibre. Tuve que tomar aire para responderle y prestó mucha atención a cada palabra que le decía, esperando que terminara de hablar y dijo qué es, helado ? sí le dije y ahí me dijo luce maravilloso sí le dije y agregué mintiendo levemente ya lo probé...y gesticulé un gesto de fruición afectada.

Cuando salió ese mediodía luego de terminar su postre, idéntico al mío, al verano porteño, el sol lo encegueció, me acerqué y le pedí que por favor me permitiera entrevistarlo. No sé le dije quién es no importa. Sé que vale la pena y tengo el cierre y quiero que sea tapa. No crea que soy sólo un periodista inexperto. Salí a cazar a un sabio porque es una especie en extinción y hay que convertirla en arte, para que perdure, porque sólo el arte perdura.

Aceptó enseguida pero al otro día por mail me puso una extensísima serie de condiciones que no hicieron más que confirmarme que había elegido bien.,

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