Me sonreí cuando vi a qué se dedicaba: economía de la atención. Intento desesperado -pensé- para retener a sus oyentes, pero todos lo estamos, en algún sentido. Siempre hay algo que no llega o alguien que no nos presta la atención que esperamos. Sin embargo, podemos no advertirlo, cuando nuestras expectativas se distribuyen de otro modo y nos trazamos un ecuador de la serenidad en nuestro "humor" y así la cosa fluye.
Seré mucho más concreto: son las 8 de la mañana. Lo que sucederá durante el día aún está lejos de ser previsto, pero habiendo seguridad de que en media hora comenzará el entrenamiento de tenis, podemos postergar hasta después de la ducha reparadora los ejercicios de ansiedad que irán moldeando el día, entrada la tarde y luego ya de noche, cuando sin ropa estemos tendidos en la cama y el cielo estrellado nos diga que todo estuvo bastante bien y que mañana habrá oportunidad de mejorarlo.
sábado, enero 20, 2007
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