viernes, septiembre 08, 2006

De todo, un poco

Pudo ocurrir ayer, o no haber ocurrido nunca.

Mientras iba caminando por el pasillo, con el objetivo puesto en retirar del freezer el agua mineral en el envase de plástico , lo que pudo ocurrir, o no haber ocurrido nunca, en tren de establecer analogías, yendo de lo micro a lo macro, es algo similar a Hiroshima, luego de un prólogo a la Chernobyl, con un intermezzo Basora.

Pienso que hay algo de sabiduría en ir rodeando al enemigo en círculos concéntricos, donde el desplazamiento bruto es mayor que el acercamiento neto , pero siento que es irracional llamarlo enemigo. Son cosas que no dependen o no deberían depender de si uno hizo o no tal curso en la universidad, de si uno leyó primero a Mao, luego a Sun Tzu, y luego a Von Clausevitz.

Si lo hubiese tenido cerca, frente a frente, la cara descubierta, las grietas del desierto en la frente y en los pómulos, si le hubiese podido tomar el pulso y comprobar la curva descendente, sin jeringas ni adrenalina, sería entonces sí correcto hablar de una amistad ?

Una mañana nublada de marzo se levantó unos quince minutos antes de que sonara el teléfono, y entró a la ducha. Tenía media hora antes de que lo pasaran a buscar para ir al aeropuerto, y su experiencia le indicaba que podría con todo en ese lapso. Por eso se agregó una serie de ejercicios de respiración y siguió con ellos dentro del remis, en la fila del check in, y en la mitad del vuelo. La azafata lo vio ocupado y le preguntó si deseaba algo. Algo para el desencanto –respondió preguntándole- ? Me ha tocado, Srta, ser uno de los que cree en bellas mentiras y no logra aprender a ser cínico –y señaló a su alrededor.y apoyó la yema de su dedo índice sobre sus labios-. No, muchas gracias, me sabe mejor no querer nada.

Que pase la siguiente, dijo la Directora, mirando el reloj, insatisfecha. Es usted ? Tome asiento. Tenía frente a si un currículum vitae sumamente prolijo, sintético, con una fotografía idéntica al rostro que tenía frente a sí. La candidata cumplía con todo, y la entrevista aún no había comenzado. Quiero que hable, pensó, quiero que diga su nombre sin que yo se lo pregunte, que se presente sola, comience a hablar, me excuse a mí de hacerlo e, irradiando confianza, se levante y me extienda la mano convencida de empezar al día siguiente. Si esto no puede suceder, tenemos que suponer que el ser humano ha surgido del encuentro azaroso entre un sapiens y un faber. Sólo necesito demostraciones, ni siquiera hechos. Necesito que en los pulsos eléctricos que pongan en marcha su motricidad haya un supuesto previo que luego se vaya desarrollando y dé por fin la forma esperada, tal cual ha sido diseñada. De lo contrario, la coincidencia será el por qué primero y último de todas nuestras acciones.


No es posible que estés acá, pero estás, y tengo que aprovechar para decirte lo siguiente:

Ahora ya sé que te avergüenza mostrar tus miserias, y que realmente las tenés, ahí, escondidas. Por eso te pido que lo hagas, y te alivies para siempre.

Cuando te destaparon por última vez, estábamos helados de dolor y te despedí para siempre viéndote sonreir, no me importa que haya sido de frío, después de todo somos los vivos los únicos capaces de otorgar sentido a un cadáver y recordarlo muerto a eso que alguna vez fue un cuerpo que vibró , abrazó, jugó y se sentó a escuchar llorar a otros.

Te disparaste un martes de madrugada y me siento frívolo por haberte dejado, tres días antes, un mensaje en el que te invitaba a una feria de vinos. Qué pasaba por tu mente en esos días previos ? Nunca lo sabremos, aunque ahora estés acá. Me decís que vos tampoco recordás nada de esos días, que vas a intentar acordarte de algo para poder dejar tranquila a tu familia.

“Tengo sida y esta es la mejor manera de terminar. Perdónenme por hacerlos sufrir. Los quiero muchísimo a todos”.

El taxi viajaba en dirección al centro de la ciudad. El Sr no prestaba atención al timbre de su teléfono, hundido en el asiento trasero del taxi. Se lo hizo notar su asistente en un gesto de clarividencia. “Vení, por favor....” Era grave. Pero cuán grave era ? Ya estaba en otro taxi, ahora en dirección a Pza Italia, donde vivía su madre y su hermano. “Por favor, decime algo más, así sé si puedo ayudar, o llamar al médico.” “Se pegó un tiro.” Varios minutos pronunciando la palabra nooo. Ya está muerto ? Se podrá salvar ? Llanto desconsolado. Por favor, que la ambulancia llegue rápido. El taxista testigo de la desesperación de un desconocido.


Nunca sabemos al salir de nuestra casa de qué seremos testigos ese día. Cuando entró, y me indicó a dónde iba, con rostro grave y serio, sentí una pequeña fatiga, pero me distraje con el tránsito hasta que volví a escuchar sus gritos por el teléfono, y de pronto tenía atrás un hombre que se revolvía de angustia, gritaba y lloraba sin control, y se indignaba lleno de ira. Son momentos que no se pueden olvidar. Quedan grabados para siempre. Y un día, el mismo hombre vuelve a subir, han pasado quince años, y quién es uno para recordarle ese día, pero lo tiene que hacer, y entonces los ojos del hombre que ya ha cicatrizado su herida con los años se vuelven a humedecer y recibimos una palmada cuando llegamos a destino.
Hasta cualquier momento, Sr. Que tenga usted una vida dichosa.


A los veinte , la vida es una secuencia de degustaciones, una cata a ciegas continua, sin conclusiones ni balances ni mensajería moralista. Qué es esto ? Lo abrimos ?

A los veinte el hippismo se lleva puesto como una remera transpirada y los trenes salen cada media hora rumbo a la aldea global.

A los veinte, entre las sábanas, se alcanza a escuchar un gemido amateur que tiene mucho plus que derrochar en noches que no necesitan ser cortas para terminar rápido y los amaneceres te encuentran con anteojos de sol y el tiempo se detiene para que la cámara digital de la Historia te congele con la sonrisa que será la mueca del final.

En el principio era el silencio, y no sobrevolaban buitres.


A los treinta se saborean los primeros trofeos de guerra, se superponen las pasiones jóvenes con los hábitos maduros, y el resultado es que ya no sos lo que aún no has sido.

A los treinta se dejan los pasivos en recepción, envueltos en paquetes que nadie abrirá por el momento. El cartero que los trae ni se ilusiona con llevarse una firma, no hay, no puede haber conciencia de la finitud hasta que alguno de tus pares queridos deja antes que el resto el mundo y una línea de sangre te recorre el rostro, señal de que el conflicto es arte y la belleza es sabiduría para resolverlo.

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